Eran aproximadamente las nueve y media de la mañana, yo no había dormido
tanto desde hace meses, debido a la tensión con la que vivo en casa. Me
despertó un dulce olor, de inmediato supe que alguien estaba cocinando
el desayuno, me puse mi negligé negro favorito y bajé a la cocina.
Me
detuve la entrada, me recargué en la orilla del arco y contemplé la
hermosa figura de Adriana, que cocinaba completamente desnuda, salvo por
el delantal que tenía puesto. Tarareaba una linda tonada y movía
enérgicamente las caderas de un lado a otro, con un movimiento casi
hipnotizante, mi mirada estaba completamente perdida en ese firme
trasero que no dejaba de moverse.
Me acerqué lentamente y sin
hacer ruido, me coloqué a unos centímetros de ella y cuando volteó soltó
un grito y una carcajada casi de inmediato.
-¡Adela, No me espantes! ¿Siempre entras así?-
Sonreí a modo de respuesta y acaricié su brazo izquierdo.
-León
salió temprano, recibió una llamada de su amigo para ir a revisar un
equipo nuevo para el gimnasio, llegó antes de tiempo y fue a recibirlo y
a instalarlo. Por favor toma asiento que en seguida te sirvo el
desayuno-.
Se inclinó para sacar unos platos de su alacena y cuando lo hizo acaricié sus firmes nalgas, bajando las manos por sus piernas.
-Mmmh… Adela, primero desayunemos, jeje-.
Me
senté y después Adriana me sirvió un rico plato de frutas con yogurt,
un vaso de leche y puso un poco de pan de dulce en la mesa, me indicó
que empezara sin ella ya que aun faltaba cocinar las pechugas de pollo.
Minutos después sirvió su desayuno y en lo que esperaba a que las
pechugas absorbieran el exceso de grasa comenzamos a desayunar juntas.
-Me habías dicho que tu esposo es empresario, si no es indiscreción, ¿cuántas empresas tiene?-
-Por
ahora tiene quince, tres de las cuales son las que más le quitan el
tiempo ya que tiene accionistas internacionales, las demás en realidad
son pequeños negocios con algunas franquicias, y yo tengo una pequeña
boutique, citando sus propias palabras: “Por si algún día quedo en la
calle, al menos tú tendrás tu propio negocio que te sustentará”-.
-Ah
ya veo, entonces también eres empresaria, entonces ¿solo vas a hacer
corte de caja, por así decirlo? Porque me habías comentado que eres ama
de casa, o ¿lo dijiste para despistarme?-
-Sí, lo has dicho muy
bien, yo me encargo de hacer las compras de las prendas, tengo varias
marcas que también me surten, por ejemplo con las que más tengo contrato
es con las de ropa interior. De hecho tengo pensado abrir otras dos
boutiques más, pero aún debo pensarlo bien-.
-Entiendo, bueno las
pechugas ya están, después de desayunar tengo una sorpresita para ti-.
Dijo soltando una risita casi infantil.
Terminamos de desayunar y
tomamos como ya era costumbre varios vasos de agua de limón. Charlamos
un poco más de ropa y cosméticos, nada acerca de las lluvias doradas.
Pero cuando ambas terminamos nuestros vasos de agua, ella se levantó. De
pie frente a mí se quitó el delantal, lo dejo tirado en el piso y se
inclinó para darme un largo y tierno beso. Su lengua jugaba con la mía,
acarició mi cara con sus suaves manos, y me agarró de los hombros,
tirando un poco de ellos indicando que me levantara. Lo hice sin dejar
de besarla, levantó mi negligé y la separación era forzosa para que yo
quedara desnuda.
Me agarró de la mano y me jaló corriendo para
que la siguiera, cual niña entusiasmada queriendo enseñar la muñeca de
novedad a su madre en una juguetería. Entramos a su habitación, abrió un
armario y sacó una pequeña maleta y después me jaló de nuevo, esta vez
en dirección al jardín, pasando por la cocina para sacar dos botellas
grandes de agua purificada.
Ya en el baño al aire libre tomamos
un poco más de agua y después nos sentamos en la banca y puso la pequeña
maleta entre nosotras, de ella sacó un dildo grande, aun en su empaque.
-Mira, lo he guardado desde que lo compré, añoraba el día para poder estrenarlo-.
Era
bastante grande, de doble cabeza, transparente y algo flexible. Comenzó
a mamar un extremo, gimiendo y acariciándome la pierna con la otra
mano. Tomé el otro extremo y lo mamé también, tenía el sabor a silicón
muy fuerte, pero pronto dejé de sentirlo.
Intentábamos tocar
nuestros labios al mamarlo, pero fue imposible. Ya bastante lubricado
con nuestra saliva, Adriana comenzó a meter una de las puntas
lentamente, acariciaba mi pierna, nos acomodamos bien en la banca y
comencé a meterle a ella la otra punta.
Ya con la punta lo
suficientemente dentro, comenzamos a mover nuestras caderas, lentamente
primero, subiendo la velocidad poco a poco, íbamos acercándonos,
metiendo cada vez más el dildo, nos movíamos y gemíamos como locas, yo
cerré los ojos por unos instantes, cuando los abrí noté que solo una
pequeña fracción del dildo era visible.
Adriana dejó de moverse y
lentamente también dejé de hacerlo, sin previo aviso, ella comenzó a
orinar, sentía ese tibio chorro mojando mi vagina, el dildo adquiría un
tono ámbar cada vez que la orina tenía contacto con él.
Sentir su
orina hizo que yo también comenzara a orinar, ahora nuestros chorros
chocaban entre sí, el vapor impregnaba el aire, yo frotaba mi vagina
haciendo salpicar por doquier la orina, Adriana movía las caderas de
nuevo y poco a poco su chorro de orina iba disminuyendo, mientras el mío
seguía mojando su hermosa vagina. Adriana se incorporó un poco, sacó la
mitad del dildo que estaba dentro de mí, se bajó de la banca y me
acomodé abriendo las piernas, tomó el dildo con sus manos y comenzó a
penetrarme, lo hacía torpemente pero me encantaba, me penetraba hasta el
fondo, después sacaba completo el dildo, lo hizo por varios minutos
hasta que al final me penetró y se inclinó para besar y mamar mis senos.
Mordía suavemente, me gustaba esa sensación, cada vez me hacía
excitarme cada vez más. La tomé de la nuca para que no dejara de hacerlo
por un tiempo, movía mis pezones con su lengua, succionaba, mordía y
lamía. Alzó la cabeza y me besó apasionadamente de nuevo, sonrió y me
susurró:
-Descansemos un poco, vamos a tomar algo de agua-. Guiñó
el ojo, sacó el dildo de ambas y nos recostamos en el césped para tomar
agua.
Ella tenía el dildo en una mano, lo contemplaba con una hermosa sonrisa, comenzó a lamerlo y a chuparlo de nuevo.
-Tu jugo sabe delicioso-.
Le sonreí a manera de respuesta y di otros tragos a mi botella de agua.
-¿Te puedo preguntar algo Ade?- dijo mirando su botella.
-Claro que sí Adriana-. Le respondí con un tono maternal.
-Por
lo que me has dicho y al estar en casa conmigo y con León tengo
completamente entendido que no eres del todo feliz con tu matrimonio,
pero, ¿por qué te casaste en primer lugar?- Preguntó evitando mi mirada.
-Bueno,
linda, como muchas mujeres en mi situación, me casé muy joven, se me
hizo fácil hacerlo, al principio fue mágico, por así decirlo, la familia
de mi esposo siempre ha tenido empresas. Él era un junior, como mucha
gente les dice, pero él sí supo invertir. Y precisamente fue eso lo que
me hizo perder la cabeza, hacía muchos viajes a otros países y me
llevaba con él, me encantaba estar en hoteles de lujo, que ahora ya no
lo serían tanto jaja, recuerdo que una tele de veintiocho pulgadas era
enorme y rara de encontrar, imagínate si la veías en un hotel, soy una
mujer ochentera y noventera, recuerdo que teníamos celulares tabique y
en esos tiempos teníamos dos líneas de teléfono cuando mucha gente ni
siquiera sabía hacer el contrato telefónico. Me casé en el ochenta y
siete, con diecisiete años precisamente, y te estoy hablando de una
época en la que muchas chicas soñábamos con tener una vida de
telenovela, así que cuando mi esposo me conoció y me dijo de todas las
cosas que tenía y hacía, no dudé en decirle que sí cuando me pidió
matrimonio, pero lamentablemente no hubo final feliz. Poco a poco fueron
creciendo las empresas y les dio más importancia-.
-Espero no ofenderte, pero, ¿por qué no te divorcias?-
-Es
como si lo estuviera, linda; podría decirte que únicamente estuve
casada dos años. No me preocupa mucho el tema de la infidelidad, sé que
él lo ha sido también. El divorcio llegará, estoy segura de eso, pero
por ahora quiero sacar adelante mi boutique y estar financieramente
estable, para que cuando me separe no tenga tantas preocupaciones-.
Me sonrió y se acercó a mí, me abrazó más o menos un minuto y después me susurró al oído:
-Me están dando ganas de orinar-.
La miré a los ojos y sonreí, le susurré que a mí también me estaban dando ganas.
Me
tomo de nuevo de la mano y fuimos al baño del patio, me empujó de los
hombros indicando que me bajara, así lo hice hasta recostarme, ella se
acomodó y se recostó encima de mí, acercó su vagina a mi boca y comencé a
lamerla instintivamente, ella me lamia también, rápidamente, sentí sus
dedos separar mis labios inferiores, yo seguía lamiendo jugaba con sus
labios moviéndolos con mi lengua de un lado a otro. Después metí mi
lengua suavemente, así lo hice por varios minutos, penetrando con mi
lengua. Ella lamía mi clítoris, que ya estaba hinchado por tanta
excitación. El suyo también lo estaba, pero yo lo masajeaba con mis
dedos. Gemíamos como locas.
De pronto sentí unas gotas cálidas
salpicando mi cabeza, oía el chorro golpear la espalda de Adriana. Era
León, que había llegado y como estaba completamente desnudo no oímos sus
pasos, más aun por los sonoros gemidos que hacíamos Adriana y yo. Con
el rabillo del ojo vi como movía la cadera para mojarnos. Se movió para
mojar mi cabello, después se movió hacia el frente de Adriana y le mojo
la cabeza también. Con esa repentina lluvia, nos excitamos más y yo ya
estaba al borde del orgasmo. Supe que Adriana también debido a la
respiración cortada que ya tenía, no pude contenerme más, la sensación
de orinar me ganó y solté un gran chorro de orines a la cara de Adriana,
oí el gemido cortado por la orina al entrar en su boca. Ella también
comenzó a orinar, me hizo voltear la cabeza por lo repentino y fuerte
que era, pero de inmediato volví la cabeza para tomar su dorado líquido.
Abrí mi boca y rápidamente comenzó a llenarse, el sabor amargo invadía
mi boca, la orina se desparramaba ya de mi boca, la cerré un instante y
toda mi cara quedó húmeda, iba sacando la orina poco a poco.
Adriana
masajeaba mi vagina, salpicando mis piernas, pronto iba disminuyendo la
intensidad, logré oírla decir: “Aprieta más”. Después volvió a lamerme y
yo apretaba mis esfínteres para que saliera hasta la última gota de
orina. Ella también lo hacía ya que los cortos chorros de orina así lo
indicaban.
-Recuéstense en el piso—Dijo León y ambas obedecimos,
Adriana se bajó de encima de mí y yo acerqué mis manos a mi cara cuando
vi a León apuntando con su pene hacia mi cara. Salió la orina que había
contenido y cerré mis ojos, sentía ese tibio golpe mojar toda mi cara,
después dejé de sentirlo, lo miré arqueando el pene para apuntar a
Adriana, ella abría la boca para que entrara. Las pequeñas gotas que
golpeaban y rebotaban en su cara me golpeaban a mí también.
Terminó
de orinar y se acercó al dildo y lo levantó, nos dijo que no pusiéramos
en posición de perrito, así lo hicimos, movió a Adriana para que
quedara detrás de mí, sentí entrar el dildo y también se lo metió a
Adriana, comenzamos a balancearnos para que entrara cada vez más,
mientras León acariciaba nuestros culos con cada mano.
Dejó de
hacer y se acercó a mí, se hincó y puso su pene cerca de mi boca,
comencé a mamárselo, llevaba un buen ritmo, cuando me balanceaba para
enfrente le comía todo el pene y cuando lo hacía para atrás lo
succionaba. También lo lamía y jugaba con él mientras lo tenía dentro de
mi boca. De pronto sentí como movía la cadera Adriana, de una manera
que hacía que el dildo se moviera de una manera sensacional. León se
alejó y volvió a orinarme en la cara, pero esta vez con una cantidad
menor.
De nuevo se puso entre las dos y con sus manos nos indicó
que nos detuviéramos. Después nos dijo que nos juntáramos lo más que
pudiéramos. Lo hicimos y sentía como la cabeza del dildo tocaba y abría
mi cérvix, también sentía las nalgas de Adriana tocando las mías.
Adriana
volvió a mover las caderas cosa que me hizo llegar al orgasmo, abrí
completamente los ojos y solté un grito de satisfacción.
Sentí
otras gotas tibias en mis nalgas, pero su consistencia no era del todo
líquida, era el semen de León, una de sus gotas cayó justo en mi raya y
la sentía escurrir poco a poco por ella. A Adriana también le había
echado su semen.
Al final sentí cómo Adriana se jalaba, de nuevo
apreté las paredes vaginales para que no saliera completamente el dildo
al ser jalado por Adriana.
Tomé el dildo y lo jalé suavemente, al
final salió y lo dejé caer en el mosaico. Me levanté y Adriana se
acercó para besarme una última vez, besó a León y después indicó a León
que me besara.
Terminamos de lavar el piso y después fuimos a
ducharnos todos juntos de nuevo, y en la noche fuimos a cenar a un
hermoso restaurante como despedida ya que al día siguiente debía volver a
casa.
Gracias por leer mi relato, espero lo hayan disfrutado.
Tengo fantasías con el tema. Gran relato. Pública más.
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